Así me veo navegando con mi Amaya por las aguas de nuestras vidas, algunas veces nos toca navegar en plena tempestad por aguas revueltas al ver mi sombra en el mar que estamos flotando y no se requiere mucha técnica sino paciencia, respirar, aceptar, aguantar la pela de la travesía, disfrutando cada paleada, teniendo presente que yo soy la capitana de esta embarcación y que la manera en que enfrento la corriente es la manera que ella esta aprendiendo a entender el mar, sus corrientes según el entorno; la mejor recompensa es cuando nos encontramos navegando por el paraíso del Caribe como lo son las costas de Sucre en pleno atardecer que es cuando me encuentro con mi niña interior amando, amamantando, besando, riendo, jugando, acompañando a mi mejor tripulante de este bote Amaya